En los últimos años, los cigarrillos electrónicos se han posicionado en el frente de la lucha contra el tabaquismo, ofreciendo esperanza, pero también generando debates, no siempre con bases sólidas. Para abordar adecuadamente las discusiones sobre regulación, es fundamental entender su impacto en la cesación del tabaco basándonos en evidencia científica y reconociendo la variedad de sabores que ofrecen como una de sus fortalezas.
Aunque los cigarrillos electrónicos no están exentos de riesgos, importantes entidades indican que son una alternativa considerablemente más segura que los cigarrillos tradicionales, cargados con miles de sustancias químicas nocivas originadas por la combustión del tabaco.
Desde que irrumpieron en el escenario hace dos décadas, estos dispositivos se convirtieron en un faro de esperanza para quienes luchan contra la adicción al tabaco. Más de 100 millones de personas que han dejado atrás el desagradable aroma y sabor del tabaco por un amplio abanico de experiencias olfativas y gustativas no se cansan de atestiguar que este cambio es mucho más que una simple modificación de hábitos. Es, en esencia, un viaje sensorial hacia una existencia con menos daños a la salud.
De acuerdo con el informe del proyecto Global State of Tobacco Harm Reduction (GSTHR), se calculó que en 2021 alrededor de 82 millones de personas en todo el mundo abandonaron los cigarrillos por el vapeo. A pesar de estos números, en Estados Unidos se observa una resistencia considerable por parte de ciertas autoridades reticentes frente a los beneficios del vapeo de nicotina que han implementado prohibiciones en los sabores de estos dispositivos destinados a la reducción de daños.
La prohibición de sabores ha hecho a los usuarios retomar el hábito de fumar. Ejemplos de ello emergen de diversas regiones de Estados Unidos. En San Francisco, California, la prohibición llevó a un incremento notable del tabaquismo entre adolescentes, tal como documentan informes de Comportamiento de Adicción y el Journal of the American Medical Association (JAMA). De manera similar, se registró un aumento en las ventas de cigarrillos en Washington, Rhode Island, Nueva York, Massachusetts y Nueva Escocia, sugiriendo una respuesta adversa a la prohibición de los sabores. Estos sucesos subrayan la complejidad de la regulación de productos de nicotina y la necesidad de un enfoque equilibrado que tome en cuenta tanto los esfuerzos de reducción de daños como las preferencias de los consumidores.
Esta actitud, lejos de ser protectora, parece castigar el placer y complicar aun más el ya difícil camino hacia el abandono del tabaco, incluso cuando un fumador opta por la opción del vapeo con nicotina aromatizada como su postre favorito. Paradójicamente, los mayores obstáculos para dejar de fumar están siendo levantados por aquellas entidades que deberían estar facilitando este proceso, evidenciando así un conjunto de políticas desinformadas.
Estadísticas y sabores: un vistazo a las preferencias de los vapeadores
El papel de los sabores en los cigarrillos electrónicos como herramienta para dejar de fumar ha sido el centro de un estudio reciente publicado en el Harm Reduction Journal. Un equipo multidisciplinario de investigadores liderados por Konstantinos Farsalinos, vinculados a instituciones como el CoEHAR, la Universidad de West Attica y la Universidad de Patras en Grecia, llevó a cabo un exhaustivo análisis sobre los hábitos de consumo de cigarrillos electrónicos saborizados. Para ello, estudiaron a cerca de 70.000 vapeadores adultos en Estados Unidos, arrojando resultados reveladores sobre la influencia positiva que tienen estos sabores en la transición para dejar el tabaquismo tradicional.
La popularidad de los sabores frutales, de postres y chocolates en los cigarrillos electrónicos no solo resalta las preferencias de los vapeadores, sino que, según el estudio, desempeña un papel esencial en prevenir recaídas en el consumo de tabaco tradicional.
No obstante, este paisaje aromatizado se encuentra en desacuerdo con las posturas políticas actuales. Organismos como la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) y varios gobiernos están recomendando la prohibición total de sabores que no sean tabaco, sosteniendo que son un imán para las generaciones más jóvenes y su iniciación a la nicotina. Sin embargo, surge la pregunta: ¿esta decisión se basa en un entendimiento profundo y detallado o es simplemente una respuesta apresurada a percepciones superficiales?
Las cifras hablan por sí solas. Estadísticas revelan una tendencia clara en las preferencias de sabor de los vapeadores, especialmente entre aquellos que buscan alejarse definitivamente del consumo de tabaco tradicional. Los sabores frutales encabezan la lista, siendo la elección inicial del 82,8% de los usuarios. Los sabores que evocan postres y panadería no se quedan atrás, con un 68,6% de preferencia. Y el dulce sabor del chocolate es elegido por más de la mitad, con un 52,2%.
Por otro lado, los sabores que imitan al tabaco parecen no ser tan atractivos, con apenas un 20,8% de los encuestados optando por ellos. Y este número disminuye aún más entre aquellos que nunca se han inclinado por los cigarrillos tradicionales. De hecho, cuando se trata de abandonar el tabaco, los sabores frutales y de postres mantienen su popularidad, con porcentajes de 83,3% y 68,0% respectivamente. Estas cifras, sin duda, presentan un panorama que debería ser considerado en las discusiones sobre la regulación de los cigarrillos electrónicos.
«Esta es la encuesta más grande jamás realizada sobre el uso de cigarrillos electrónicos en términos de tamaño de muestra», explica el Dr. Konstantinos Farsalinos, autor del estudio. «El dato más interesante es que cuando un fumador decide dejar de fumar usando herramientas electrónicas de riesgo modificado, se inclina hacia sabores distintos al tabaco, con una clara preferencia por sabores de frutas, postres y chocolate. Podemos deducir, por lo tanto, que estos sabores específicos son más útiles para aquellos que quieren dejar de fumar o evitar recaídas».
Hacia un enfoque informado
A partir del estudio, está claro que los sabores desempeñan un papel fundamental para muchos vapeadores en su trayecto para abandonar el consumo de tabaco. Estos resultados ponen en tela de juicio la idea de que la prohibición de sabores en los cigarrillos electrónicos es una solución efectiva para combatir el tabaquismo o proteger a los jóvenes. Por el contrario, podría ser un obstáculo que impide que muchos fumadores consideren el vapeo como una alternativa viable para reducir o eliminar su consumo de tabaco.
Dada la evidencia, las políticas de regulación que deberían basarse en datos parecen estar basadas en percepciones erróneas. Si bien es esencial proteger a los jóvenes y evitar que se inicien en el vapeo, desde el punto de vista de la salud pública es igualmente crucial garantizar que aquellos que buscan una alternativa al tabaco tradicional tengan acceso a herramientas que les faciliten esa transición.
Otro importante estudio publicado en el New England Journal of Medicine encontró que los cigarrillos electrónicos son casi el doble de efectivos para dejar de fumar en comparación con los productos convencionales de sustitución de nicotina como los parches o la goma de mascar. La prohibición total de sabores podría limitar la efectividad del vapeo como método de reducción de daños y, en última instancia, perjudicar más que ayudar.
La recomendación de prohibir los sabores parece ignorar la evidencia emergente que sugiere que estos sabores son, de hecho, una herramienta valiosa para aquellos que buscan dejar de fumar. Se necesita un enfoque más matizado que aborde tanto las preocupaciones legítimas sobre el atractivo del vapeo para los jóvenes, como el potencial de los cigarrillos electrónicos saborizados para ayudar en la cesación del tabaquismo.
La investigación reciente destaca una realidad crucial: en la prisa por abordar el tabaquismo y el vapeo entre los más jóvenes, podría haberse perdido de vista el panorama más amplio, especialmente en lo que respecta a aquellos adultos que buscan abandonar los cigarrillos tradicionales. En este delicado equilibrio entre la salud pública y las decisiones políticas, es fundamental que se realice un análisis cuidadoso, considerando todas las dimensiones del problema, antes de implementar regulaciones precipitadas.
El mero acto de prohibir sabores en los cigarrillos electrónicos sin tener en cuenta su potencial en la reducción de daños para adultos es un enfoque reduccionista. En lugar de soluciones apresuradas, necesitamos respuestas informadas que se centren en un beneficio real y duradero para la salud pública. Es imperativo que los formuladores de políticas se sumerjan en la evidencia y entiendan las complejidades del vapeo y su relación con el abandono del tabaco para garantizar que las intervenciones propuestas sean realmente beneficiosas y no generen daños colaterales. La lucha contra la adicción al tabaco es multifacética y requiere una aproximación que sea igualmente diversa y bien informada.
«Identificar los factores que pueden promover la transición a productos sin alquitrán y acelerar la erradicación del tabaquismo entre los adultos es de suma importancia. Uno de esos factores es la inclusión de diversos sabores. En este contexto, los sabores de frutas, así como de postres, pasteles, panadería y caramelos, chocolate, dulces, emergen como elementos clave que pueden ayudar a los fumadores adultos en sus esfuerzos de cesación y contribuir a reducir las tasas de recaída. Aunque se requieren más estudios prospectivos, esta investigación presenta evidencia convincente de que las políticas de salud pública deberían abstenerse de adoptar medidas excesivamente restrictivas con respecto a los sabores en los cigarrillos electrónicos», explica el profesor Riccardo Polosa, fundador del CoEHAR.
Referencia
Farsalinos, K., Russell, C., Polosa, R. et al. Patterns of flavored e-cigarette use among adult vapers in the USA: an online cross-sectional survey of 69,233 participants. Harm Reduct J 20, 147 (2023). https://doi.org/10.1186/s12954-023-00876-w
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